Los terremotos se pueden medir con dos parámetros:
- La magnitud de un seísmo que es la energía liberada en él y se mide con la escala de Richter, con la cual se cuantifica la energía elástica liberada según una escala logarítmica. Este parámetro valora la peligrosidad.
- La intensidad de un seísmo, es la capacidad de destrucción y realmente valora la vulnerabilidad de una zona según la escala de Mercalli. Con ella se señalan en un mapa las intensidades registradas respecto al epicentro y se trazan lineas concéntricas uniendo los puntos de igual intensidad, estas lineas llamadas isosistas se valoran con números romanos (del I al XII) y van decreciendo conforme se alejan del epicentro.
Esta escala se basa en los efectos producidos por los seísmos según los registros históricos.
En este gráfico se describen los efectos asociados a los seísmos según esta escala y su significado a nivel geológico y geomorfológico de forma que leyéndolo por filas podemos realizar una composición global del conjunto de efectos ante un solo acontecimiento sísmico.