jueves, 31 de julio de 2014

LAS ENFERMEDADES DEL TIROIDES A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Actualmente las enfermedades de la glándula tiroides afectan a millones de personas en todo el mundo
Hasta finales de 2010 se estimaban 800 millones de personas en riesgo de padecer la enfermedad por carencia de iodo, entre ellas 190 millones por bocio y 3 millones por cretinismo.
Es un atentado contra la humanidad el que no se solucione drásticamente este problema que actualmente tiene buena predicción, prevención y corrección.

La OMS y otras organizaciones internacionales han decidido darle prioridad al problema atendiendo en primer lugar a Sudamérica en donde existen 60 millones de personas en riesgo de sufrir la enfermedad.

Vamos a conocer mejor el problema con un viaje a través de la historia:

La enfermedades del tiroides que se conocen con el nombre de bocio y cretinismo han sido enfermedades que se han manifestado como una pandemia desde el tiempo del Antiguo Egipto hasta la actualidad en la que supone todavía una epidemia extendida por África, Sudamérica y Asia.
Anteriomente a nuestra era y a la Edad Media nos encontramos manifestaciones que declaran bien el problema en multitud de culturas a partir de tratados de medicina, tratamientos, pinturas, esculturas...
  • Antiguo Egipto: se describe en el papiro de Ebers, donde se explica todo lo que se sabía de medicina y se recomienda que se tomen sales de un lugar del bajo Egipto.
  •  AdCShen – Nung, emperador chino, menciona en su libro sobre hierbas y raíces el empleo del alga Sargassum para tratar esta dolencia (evidentemente como fuente de iodo).
  • Los chinos también tomaban cenizas de esponjas marinas (fuente de iodo).
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  • Existen cánticos hindúes sobre el agrandamiento del cuello
  • Hipócrates, Aristotéles, Galeno y Plinio hacen referencia a al problema.
  • En Roma, Julio Cesar observó que el cuello grande era una particularidad de los galos y Marco Vitrubio, excelente arquitecto romano (escribió el primer tratado de arquitectura), describió perfectamente la anatomía de un cuello con bocio y además lo relacionó con la calidad del agua que bebían los pobladores de las Médulas (Alpes) y con los Ecuos en Italia.
  • Pablo de Eginia, médico bizantino (620 – 690), en su compendio de medicina de 7 volúmenes , Epítome, lo describe como el broncocele aneurismático.


  • Abulcasis, médico árabe que vivió en Córdoba, publicó en el año 1000 su tratado de cirugía con 30 volúmenes “El método de la medicina” en donde describe “un elefante en la garganta”




    • A partir de la Edad Media la observación lleva a relacionar el problema del tiroides con las aguas ya que en poblaciones alpinas se da frecuentemente el bocio y el cretinismo (igualmente y en tiempo posterior en los Andes), había muchísimas personas con un crecimiento anormal del cuello y este se notaba. Se usan las cenizas de esponja en su tratamiento y comienza la extirpación de la glándula, todavía no reconocida como tal (Rogerio Frugardo, S XII, “La práctica de la cirugía”).

      El gran médico suizo Paracelso (SXVI), padre de la química médica y contrario a tratamientos de herboristería, escribe relacionando la enfermedad con la composición del agua de Transilvania así como también relaciona que de padres con bocio suelen nacer hijos con cretinismo


      En el Renacimiento Leonardo da Vinci dibuja tanto glándulas tiroides normales como bocios en sus estudios anatómicos.
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      Vesalio padre de la anatomía moderna pensó que  la función de esta glándula era lubricar la laringe y Giulio Casserio la describe por primera vez como una glándula única que sirve para rellenar espacios vacíos.

      Durante los siglos XV y XVI el bocio se continúa observando muy frecuentemente en la población y esto hizo que fuese plasmado en numerosas pinturas de autores muy importantes que han llegado hasta nuestros días, algunos ejemplos son : Jan Van Eyck, Rogier Van der Weinden, Cranach el Viejo, Piero de la Francesca, Mantegna, Botticelli, Leonado de Vinci, Ticiano, Lucas Van Leyden, Cranach el Viejo...

      ¡Mira los cuellos!



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      La Virgen con el niño (Andrea Mantegna, 1448)
      Flora detalle de Primavera (Sandro Boticelli, 1477)
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      Virgen con el Niño (Lucas Van Leyden,  1449)

           
      En los siglos siguientes se continúan pintando personajes con bocio pero con menos asiduidad y así lo vemos en las obras de Velazquez, Rubens, Manet...
      Después de la Edad Media el Humanismo renacentista y la reforma protestante impulsan la revolución científica y comienza la Ilustración:negación del autoritarismo, razonamiento, espíritu critico, confianza en la ciencia y búsqueda de la felicidad. La investigación ayuda a esta patología y al órgano de nuestro estudio se le denomina glándula tiroides gracias a Thomas Warton (glándula = bellota pequeña, tiroides = con forma de puerta), fue el primero que realizó una investigación completa sobre las glándulas del cuerpo humano y la publicó en su tratado "Adenographya" en 1656.
      Continuaron su investigación durante el siglo XVIII grandes médicos: Morgagni, Lalouette, Von Haller...
      La única solución en muchos casos era la cirugía tiroidea, pero era muy peligrosa debido a la vascularización y a los nervios de la zona en donde se encuentra el tiroides por lo que entre 1600 y 1800 no se realizaron más de 10 extirpaciones de tiroides.
      A partir del siglo XIX el progreso de la ciencia en general y en la medicina en particular fue veloz y fructífero con lo cual en el conocimiento sobre el tiroides también se adelantó bastante. 

      Bocio, iodo y Napoleón:
      Anecdóticamente podemos comentar que el primer informe epidemiológico lo encargó Napoleón Bonaparte debido a que muchos jóvenes no podían alistarse en el ejército por ser declarados no aptos por sus condiciones físicas, lo cual por supuesto le llamó la atención y de forma inteligente pidió que le realizaran este informe.
                                                                                 
      Es 1811 el año en el que a la misma vez se describe el carcinoma primario de tiroides y se descubre el iodo, fue Bernardo Courtois quien descubrió el iodo en 1811 buscando nitrógeno (nitrato potásico) con el fin de fabricar pólvora para el ejercito de Napoleón. Courtois oxidaba algas marinas del género Fucus con ácido sulfúrico y se encontraba un compuesto que no coincidía con lo que esperaba, en el procedimiento se formaban unos vapores que condensaban en cristales con forma de aguja y de color violáceo con brillo metálico, creyendo que se trataba de un nuevo elemento dio una muestra de este a varios químicos entre ellos Gay-Lussac y a Davy, que tuvieron un enfrentamiento por esto, finalmente Gay-Lussac en 1814 determinó que se trataba de un nuevo elemento y lo llamó iodo, “color violeta”.

                                     


       Años después en 1820 Jean Francois Coindet relaciono el bocio con la deficiencia de iodo y empezó a tratar a los enfermos: explicaba que tomando cenizas de esponja los bocios se reducían y mejoraban y si era necesaria la extirpación también se reducía su tamaño con este tratamiento antes de la intervención.
      Como hemos ido viendo hasta ahora los tratamientos que se daban se basaban en los resultados y conocimientos adquiridos a través del tiempo pero la función de esta glándula como productora de una hormona, de una sustancia química con un trabajo determinado, no se conocía y se creía que este órgano le daba forma al cuello, mantenía el calor de la laringe para el habla y ayudaba a la circulación sanguínea entre el corazón y el encéfalo. Fue la escuela quirúrgica suiza la que describió la glándula formalmente.
                                                                   
      El concepto de hormona nació también posteriormente cuando William Bate Hardy, biólogo, le propuso a Ernest Henry Starling, fisiólogo, la denominación de hormona.
      (Starling descubrió la primera hormona, la secretina, junto a su cuñado William Maddok Bayliss)

      Theodore Kocher en 1912 estudio los efectos al sobredosificar el yodo y ganó el Premio Nobel en 1909 por sus investigaciones en fisiología, patología y cirugía de la glándula tiroides. Fue reconocido como una autoridad en el tratamiento del tiroides porque consiguió disminuir la mortalidad en sus pacientes.

      En 1895 el Bioquímico Baumann aisló la iodotironina pero es la iodotiroglobulina la sustancia que se encuentra en el tiroides (aislada por Oswald en 1899), Kendall, químico norteamericano, aisló la tiroxina en 1915 y Charles R. Harington la sintetizó en 1926.

      En 1952 se comprobó que la triyodotironina es la forma activa no la  tiroxina(T4).
                                       
      Actualmente la producción de tiroxina es muy barata y no existe problema para su uso.

      Como conclusión a este articulo, podemos comentar que en la segunda mitad del siglo XX se trata este problema de forma global y se dispone de una serie de actuaciones con el fin de modificar la tendencia endémica y epidémica de los desórdenes del tiroides.
      • En 1960 la OMS realizó un revisión mundial del problema.
      • En 1974 el Consejo Mundial de Alimentos alerta sobre esta situación.
      • En 1983 se denomina IDD a los trastornos por deficiencia de yodo como término oficial.
      • En 1985 se crea el Consejo Internacional para el Control de los Desordenes por Deficiencia de Iodo (ICCIDD) para llevar a la práctica los tratamientos que ya se conocen sobre estas enfermedades.
      • En 1990 la OMS le da prioridad a los IDD y se crea un plan para erradicar estas enfermedades en niños hasta el 2000. Se aplica el programa de iodación universal de la sal (USI) y se dan medicamentos y programas educativos.

                               
      Como resultado: el 100% de países de EEUU, 60% de países de Asía suroriental, 59% de países del Mediterráneo Oriental, 44% de países del Pacifico Occidental, 41% en países de África y 19% de países de Europa tienen cubierta al 50%  de la población con tratamientos adecuados al IDD.

      Espero con esta entrada haber clarificado la realidad histórica sobre estas enfermedades y que cualquier persona que sospeche algún problema de esta naturaleza sepa que debe acudir a un especialista. 


      Juana María Madrid Marín

                                         

      Webgrafía y bibliografía


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